Por Alberto Calvo.
No es un secreto que Dana White, presidente de UFC y uno de los dueños de Zuffa, empresa encargada de manejar tanto esa promoción como Strikeforce, es reacio a incluir peleas de artes marciales mixtas de mujeres en UFC.
Lo que tampoco es un secreto es que White tiene un gran olfato para los negocios, y que el rápido ascenso en popularidad que Ronda Rousey ha tenido gracias a sus triunfos dentro del octágono y a su carismática personalidad fuera del mismo, han comenzado a minar la resistencia de White ante el tema de ver peleas de mujeres en eventos de UFC.
La de Rousey es una historia impresionante. Hija de una exitosa judoka, Ronda creció rodeada de la disciplina que caracteriza a las artes marciales y pronto las adoptó como medio de vida. A los 17 años obtuvo su clasificación para representar en judo a los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Atenas, siendo la competidora más joven de la justa, y cuatro años más tarde, en Beijing, obtuvo una medalla de bronce.
Comenzó a competir en artes marciales mixtas en agosto de 2010. En enero de 2011 se convirtió en profesional, y desde entonces su carrera ha tenido un ascenso meteórico. Dos combates le bastaron para atraer la atención de Strikeforce, y también solo dos fueron necesarios para otorgarle una oportunidad para disputar el campeonato de peso pluma de esa organización, mismo que ganó en marzo pasado y defendió por primera vez el pasado fin de semana.
Más allá de los triunfos, llama poderosamente la atención la forma de conseguirlos. En sus seis peleas profesionales Rousey ha acumulado apenas 7 minutos y 39 segundos de combate, y esto considerando que más de la mitad de este tiempotranscurrió durante su pelea con Miesha Tate, cuando Rousey le arrebató el campeonato en 4 minutos y veintisiete segundos. Todas sus peleas, profesionales o amateurs, las ha ganado con una sumisión en el primer round, y en todos los casos ha sido por sumisión con una barra de brazo.
La aparente facilidad con que ha ganado todos sus combates pudiese ejemplificar el otro problema que enfrentan Dana White y compañía: ¿Hay rivales para Rousey? Y es que no se trata de que no haya peleadoras muy completas en las artes marciales mixtas, si no que la preparación técnica de Rousey la coloca en otro nivel. Sin duda sería muy atractivo verla enfrentar a Cristiane "Cyborg" Santos una vez que esta cumpla con su suspensión, y todo apunta a que Zuffa y Strikeforce harán todo lo posible con concretar esa pelea, pero ¿y después?
Gina Carano pudiese ser otra opción, pero no sólo necesitaría hacer lo mismo que Cyborg y bajar de peso para enfrentar a Rousey en la división de peso pluma, si no que además tendríamos que asumir que la ex-campeona e incipiente actriz desea retomar su carrera dentro del octágono. ¿Podría una buena oferta económica convencerla de volver? O quizás le baste con el atractivo de enfrentar a Rousey en un evento que sin duda sería una gran atracción mediática.
Sea como sea, me parece que es solo cuestión de tiempo para que veamos a Ronda Rousey rompiendo las barreras de género y abriendo las puertas de UFC a las mujeres que practican de manera profesional las artes marciales mixtas. Lo interesante ahora será ver si su carisma y popularidad son suficientes como para encabezar un pago por evento, o si su entrada se da de un modo más sutil. Solo el tiempo lo dirá.
No es un secreto que Dana White, presidente de UFC y uno de los dueños de Zuffa, empresa encargada de manejar tanto esa promoción como Strikeforce, es reacio a incluir peleas de artes marciales mixtas de mujeres en UFC.
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| Ronda Rousey es una de las figuras más populares de las artes marciales mixtas. ¿Sigue la UFC? / Foto: Especial |
La de Rousey es una historia impresionante. Hija de una exitosa judoka, Ronda creció rodeada de la disciplina que caracteriza a las artes marciales y pronto las adoptó como medio de vida. A los 17 años obtuvo su clasificación para representar en judo a los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Atenas, siendo la competidora más joven de la justa, y cuatro años más tarde, en Beijing, obtuvo una medalla de bronce.
Comenzó a competir en artes marciales mixtas en agosto de 2010. En enero de 2011 se convirtió en profesional, y desde entonces su carrera ha tenido un ascenso meteórico. Dos combates le bastaron para atraer la atención de Strikeforce, y también solo dos fueron necesarios para otorgarle una oportunidad para disputar el campeonato de peso pluma de esa organización, mismo que ganó en marzo pasado y defendió por primera vez el pasado fin de semana.
Más allá de los triunfos, llama poderosamente la atención la forma de conseguirlos. En sus seis peleas profesionales Rousey ha acumulado apenas 7 minutos y 39 segundos de combate, y esto considerando que más de la mitad de este tiempotranscurrió durante su pelea con Miesha Tate, cuando Rousey le arrebató el campeonato en 4 minutos y veintisiete segundos. Todas sus peleas, profesionales o amateurs, las ha ganado con una sumisión en el primer round, y en todos los casos ha sido por sumisión con una barra de brazo.
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| Las espectaculares sumisiones de Rousey son lo que la separa del resto de las peleadoras de artes marciales. / Foto: Especial |
Gina Carano pudiese ser otra opción, pero no sólo necesitaría hacer lo mismo que Cyborg y bajar de peso para enfrentar a Rousey en la división de peso pluma, si no que además tendríamos que asumir que la ex-campeona e incipiente actriz desea retomar su carrera dentro del octágono. ¿Podría una buena oferta económica convencerla de volver? O quizás le baste con el atractivo de enfrentar a Rousey en un evento que sin duda sería una gran atracción mediática.
Sea como sea, me parece que es solo cuestión de tiempo para que veamos a Ronda Rousey rompiendo las barreras de género y abriendo las puertas de UFC a las mujeres que practican de manera profesional las artes marciales mixtas. Lo interesante ahora será ver si su carisma y popularidad son suficientes como para encabezar un pago por evento, o si su entrada se da de un modo más sutil. Solo el tiempo lo dirá.
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