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Mavericks de Dallas, campeones de la NBA

Por Alberto Calvo.

El domingo pasado llegó a su fin la temporada 2010-2011 de la NBA cuando los Mavericks de Dallas derrotaron por marcador de 105-95 al Heat de Miami en el sexto juego de la serie final, logrando así coronarse por primera vez en su historia como campeones de la NBA.

Los Mavericks de Dallas fueron más equipo que Miami y
merecidamente ganaron el campeonato. / Foto: Especial
A pesar de que Miami llegaba como favorito a esta serie, los Mavericks pudieron demostrar en la duela el valor de practicar el basquetbol como un deporte de conjunto y no como una simple suma de individualidades. Del mismo modo que el Heat pudo imponerse a los Toros de Chicago concentrando su labor defensiva en nulificar a Derrick Rose, única super-estrella de ese equipo, y sacándole provecho a los argumentos ofensivos de su triunvirato estelar, los Mavericks supieron distribuir mejor la carga de trabajo y en los momentos importantes manejaron mejor su banca.

Sobre Miami hay mucho que comentar pero tal vez no sea lo más adecuado hacer leña del árbol caído. Desde principio de temporada fui siempre bastante crítico con un equipo que no me parecía tal. Desde el día que se hizo la presentación de Chris Bosh y LeBron James y el único miembro del equipo que estuvo presente fue Dwayne Wade me imaginé que habría problemas para que Miami pudiese llegar a conformar un buen equipo, aunque el talento de esas individualidades sería suficiente para que se convirtieran en un equipo competitivo.

Ya en los playoffs me sorprendió ver como empezaban a manifestarse como un equipo de verdad, sobre todo a la defensiva, y su convincente victoria sobre Chicago hacía pensar a muchos que finalmente estaban convirtiéndose en el equipo que muchos esperaban. Yo tenía mis dudas, pero empezaba a pensar que tal vez si estaban listos para ser campeones. Su desempeño en el primer juego de la serie apuntaba hacia esa misma conclusión. Demasiado poder ofensivo y una defensiva rápida y agresiva parecían ser suficientes para soñar con llevar nuevamente el Larry Brown a las vitrinas del Heat.

Sin embargo, a partir del juego 2 se empezó a marcar una tendencia a aflojar el paso y dejar de ejecutar correctamente al final del partido. Esta situación fue aprovechada por el experimentado equipo de Dallas, logrando venir de atrás para ganar los juegos 2 y 4, y acercándose peligrosa pero infructuosamente en el juego 3. Lamentablemente para el Heat, esa tendencia no desapareció nunca en la serie.

En mi texto anterior mencionaba la importancia psicológica que podía representar para cualquiera de los dos equipos el ganar el quinto juego de la serie, y parece ser que efectivamente la victoria de los Mavs el jueves pasado fue un factor de peso en el juego del domingo. El despertar a la ofensiva de Jason Terry y la total y absoluta entrega de Jason Kidd en ambos lados de la cancha marcaron el rumbo que tomarían los últimos dos juegos de la serie, mismos en los que también habría de destacar la decisión del coach Carlisle de incluir al portorriqueño Barea en la alineación titular, alterando por completo el ritmo del juego.

Algo que me llamó la atención en el sexto juego, y que me parece tiene mucho que ver con esa superioridad psicológica adquirida por los Mavs fue la cantidad de intentos de tiros de media y larga distancia intentados por ambos equipos. En Dallas incluso los jugadores de banca intentaron y encestaron tiros a distancia durante todo el juego, en tanto que en Miami daba la impresión de que nadie, incluyendo a Wade y a James, quería tomar la responsabilidad y buscar los tiros que les permitiesen acercarse en el marcador.

Los tiros de tres puntos que consiguieron los Mavericks de manera frecuente y constante en esos dos últimos juegos fueron lo que terminó de desquiciar a la defensiva de Miami, misma que a base de fuerza y velocidad estaba limitando la producción ofensiva en la pintura. Al tener que salir a estorbar un poco a los tiradores se generaron espacios que prontamente aprovecharon Dirk Nowitzki y Shawn Marion, con lo que poco a poco el juego terminó cayendo en el ritmo impuesto por Dallas tanto a la ofensiva como a la defensiva.

El alemán Dirk Nowitzki fue el Jugador Más Valioso de la serie
final y recibió su trofeo de manos de Bill Russell.  /Foto: Especial
Dirk Nowitzki fue nombrado como el jugador más valioso de la serie, por lo que merecidamente se llevó a casa el trofeo Bill Russell -mercidísimo nombre para ese galardón, por cierto- que lo acredita como tal. El extraordinario jugador alemán promedió 40.3 minutos, 26 puntos, 9.6 rebotes y 2 asistencias por partido durante la serie, pero más allá de lo que indican esos números, fue en todo momento el líder indiscutible de su equipo, buscando siempre los tiros importantes y ejecutando a la perfección en los momentos cruciales de cada partido.

Los Mavericks son, merecidamente, campeones del mejor basquetbol del mundo.
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About Alberto Calvo

Apasionado del mundo de los deportes desde que tiene uso de la razón. Nació en la Ciudad de México y no tiene entre sus planes el abandonar la capital.
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