Al inicio de la temporada, Jerry Jones, dueño y gerente general de los Vaqueros de Dallas, además de presunto presidente del club de fans, hizo una invitación a los aficionados para que comprasen sus boletos para el juego de la semana 8 en el Cowboys Stadium, cuando su equipo, dijo, "patearía el trasero de los campeones Gigantes". Apuesto a que ahora desearía no haber dicho nada.
Jerry Jones no puede estar contento con el desempeño de su equipo y debe estar pensando en soluciones. / Foto: Especial |
Ahora sabemos que ese no era el caso. Kevin Ogletree tuvo el partido de su vida, y por lo que hemos visto de él desde entonces se trató de una anomalía. Tony Romo sigue contando con un solo receptor confiable en la persona de Jason Witten, pues Miles Austin nunca dio el estirón esperado para convertirse en una superestrella y Dez Bryant deja escapar tres pases sencillos por cada atrapada espectacular que realiza, y eso solo si corre la ruta correcta.
La revancha de los Gigantes a aquella derrota de la semana 1 fue uno de los partidos más bizarros e inusuales que yo recuerde haber visto alguna vez. Los Vaqueros iniciaron cometiendo toda clase de errores a la ofensiva, entregando el balón en varias ocasiones y en poco más de veinte minutos se encontraban de espaldas contra la pared, abajo por marcador de 23-0. Hay que señalar que la defensiva estaba haciendo un gran trabajo, pues a pesar de los balones entregados y el campo corto en contra, lograron limitar tres ataques neoyorquinos a goles de campo.
Dez Bryant estuvo a punto de completar el pase que hubiese dado el agónico triunfo a los Vaqueros. / Foto: Especial |
Una última serie ofensiva de los locales resultó particularmente dramática y sin duda será una de las más memorables de la presente temporada por su desenlace. Luego de que Dez Bryant hiciese una espectacular atrapada en las diagonales, parecía que los Vaqueros sacaban el triunfo, pero una muestra más de la falta de concentración del controvertido receptor lo echó todo por tierra, pues la repetición mostró que, en un intento de nivelar su caída, Bryant puso una mano ligeramente fuera del terreno de juego.
Tony Romo lanzó para más de 400 yardas, aunque las cuatro intercepciones son lo que todo mundo va a recordar de esta actuación. Personalmente considero que el criticado QB hizo su mejor esfuerzo, cometió tantos errores como aciertos, pero terminó, una vez más, siendo víctima de la pésima selección de jugadas de Jason Garrett, quien se ha convertido en su peor enemigo, pues constantemente lo expone en situaciones de alto riesgo.
Cuando sus receptores abiertos no responden, Romo sabe que cuenta con el siempre confiable Jason Witten. / Foto: Especial |
No es posible que en situaciones de corto yardaje se insista tanto en buscar la jugada de pase, y menos en formaciones abiertas que permiten a la defensiva rival anticipar las coberturas necesarias para negarles la conversión buscada.
Creo que Garrett haría bien en delegar las funciones de coordinador ofensivo, pues evidente que está intentando hacer más de lo debido. Como resultado de ello tiene una unidad ofensiva indisciplinada e inconstante, lo que empieza a crear división en el plantel, como pudo verse tras un intercambio entre Kevin Ogletree y Jay Rattliff luego de otra fallida serie ofensiva que mandó de vuelta al campo a una defensiva que hizo todo lo posible por mantener el juego al alcance.
Jason Witten confirmó que es el hombre de confianza de Romo al apuntarse dieciocho recepciones, marca de la franquicia, para un total de 167 yardas. Romo completó 36 de sus 62 pases, aunque habría que señalar que la mitad de los incompletos son culpa de sus receptores, quienes debieran considerar la posibilidad de untarse goma de mascar en los guantes.
Creo que el tiempo de Jason Garrett al frente de los Vaqueros está contado. Jerry Jones no es dado a cambios llamativos a mitad de la temporada, y aún a pesar de que su registro de 3-4 los mantiene dentro de las posibilidades de colarse a los playoffs, el caprichoso empresario texano debe estar ya sopesando opciones para intentar, otra vez, cambiarle la cara a su equipo una vez concluya la presente temporada. Ya vendrá la primavera, y entonces veremos que tan radical resulta la limpieza en el equipo de la estrella solitaria.
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