@albion2112
Entre la cantidad de buenas peleas y todos los momentos memorables que se vivieron como parte de UFC 167 el pasado sábado en Las Vegas, la debacle de Rory MacDonald parece haber pasado desapercibida, lo que no quita que sea una cuestión digna de analizar.
El estilo conservador y defensivo adoptado por Rory en sus últimos combates finalmente le costó una pelea. / Foto: Especial |
Después de ver las deslucida victoria que consiguió hace unos meses sobre Jake Ellenberger, pero sobre todo tras presenciar la penosa actuación que tuvo el sábado por la noche ante el veterano Robbie Lawler, es difícil creer que se trata del mismo peleador que hace tres años superó por más de dos rounds a Carlos Condit, cuando a los 21 parecía listo para tomar por asalto a UFC, o el mismo que algunos meses después maltratase como muñeco de trapo a Nate Diaz, o finalizara en menos de un round a Mike Pyle. Ni siquiera creo que sea el mismo que dominó por quince minutos a B.J. Penn.
El sobrenombre de pelea de Rory es 'Ares', pero parece ridículo referirse a él con el nombre del dios de la guerra cuando lo que menos ha mostrado en sus últimas dos salidas al octágono es agresividad. Pareciera que por una u otra razón su deseo de competir hubiera desaparecido, convirtiéndose en un peleador conservador, más preocupado por tener una estrategia defensiva que nulifique o reduzca el potencial ofensivo de su oponente que por salir a ganar sus combates, algo que es común en peleadores veteranos, pero incomprensible en alguien de 24 años de edad.
La agresividad era una de las características del estilo de Rory, y fue parte de su rápido ascenso en las MMA. / Foto: Especial |
En el caso de Rory, sufrió una derrota por knockout, pero fue en la mencionada pelea con Carlos Condit y se dio muy temprano en su carrera sin haber dejado secuelas evidentes. Su agresividad y contundencia se volvieron, si acaso, más sistemáticas y elaboradas, sin duda producto de haberse enrolado en el gimnasio Trystar y empezar a trabajar con Firas Zahabi. Cuando el año pasado desmanteló por completo a B.J. Penn fue que vimos el primer atisbo de que algo estaba cambiando, pues diera la impresión que no quiso noquear al ex-campeon hawaiiano.
Si el problema de Rory es mental y simplemente ha perdido el deseo de ser agresivo dentro del octágono, lo mejor sería que buscase otra ocupación, pues no irá a ninguna parte en el mundo de las artes marciales mixtas o de ningún otro deporte de combate. Si el problema era la excesiva presión a que se le estaba sometiendo con las constantes comparaciones con GSP, la derrota ante Lawler puede ser justo lo que necesitaba para obtener un poco de espacio, en cuyo caso será cuestión de tiempo que ponga las cosas en orden y reasuma el camino ascendente en su carrera.
Habrá que esperar que se anuncie la fecha de su reaparición y a quien se enfrentará para saber si habrá algún cambio en su manera de enfrentar el combate. De otro modo habrá que pensar en que se trató de otro talento desperdiciado, quien no supo sacar provecho a sus amplias aptitudes y condiciones físico-atléticas.
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