Por Gerardo Cuéllar.
@GerardoTaker
Al margen del espectáculo, los goles o el accionar que los equipos nos ofrezcan cada fin de semana en la Liga MX, al término de cada jornada hay un tema del que se habla y que incluso tiene secciones de análisis en varios programas relacionados a repasar el acontecer del futbol de nuestro país.
Sin importar el nombre o la liga, el trabajo de los árbitros se encuentra por lo regular bajo la lupa. / Foto: Especial |
Hablando de jugadores, la posición de portero puede ser la más ingrata en el balompié ya que un error del guardameta por lo regular se convierte en una anotación en contra, situación que irremediablemente genera un mar de críticas o abucheos para el jugador. Sin embargo una buena atajada incluso en el mismo encuentro del error puede redimir a ese villano de ocasión y hacerlo salir con la camiseta de héroe del estadio.
Con los árbitros no es así. Un silbante y sus asistentes reciben los primeros agravios desde alguna parte de la tribuna en el momento en que pisan el terreno de juego ya sea porque algun trabajo anterior no fue del gusto de los aficionados o sencillamente porque desde el momento mismo en que se ponen el traje de juez se convierten automáticamente en el villano favorito de todos.
Un árbitro siempre estará en la mira de los aficionados y muy posiblemente en la de los cronistas o perdiodistas presentes en un encuentro. Si el silbante pita de manera correcta una falta los partidarios del equipo que la cometió irremediablemente lo increparán por hacerlo. Si no lo hace, será la otra mitad de la tribuna la que lo haga.
Sucede igual con los jugadores dentro del terreno de juego y desde luego con los Directores Técnicos desde la banda, situación que se traduce en que cada marca del silbante, sin importar si es correcta o no, les generará mentadas, críticas y reclamos. Las críticas se harán aún mayores si algun comentarista de radio o televisión apoyado en su mar de repeticiones se atreve siquiera a insinuar que la marcación podía haber sido incorrecta, porque automáticamente se convierte en un mal trabajo del silbante.
El árbitro es ese personaje que sale al terreno de juego con el blanco en el pecho y sobre el que se suele poner, muchas veces a manera de justificación la responsabilidad de una derrota o de una expulsión. Si el árbitro muestra las tarjetas apegado al reglamento es un exagerado que tiene la mecha muy corta, un irresponsable y está en busca de protagonismo; Si no las muestra, es un tibio que permite que los jugadores se peguen de más ensuciando al juego.
En el futbol mexicano Marco Antonio Rodríguez suele ser el más criticadopor su protagonismo. / Foto: Especial |
Si marca bien le silban, y si no también le silban. Esta claro que el ser árbitro debe ser el trabajo más ingrato del futbol ya que una mala decisión lo pone bajo la lupa y una buena actuación nisiquiera vale para una felicitación porque la versión oficial dice que solamente está cumpliendo con su trabajo.
Irónicamente pese a ser la máxima autoridad dentro del terreno de juego, el árbitro está destinado a los silbidos y los abucheos; a los reclamos y las dudas sobre su capacidad o criterio; a los recordatorios familiares y las críticas. Si, el árbitro es el único personaje en el medio del futbol que está destinado a no ganar nunca.
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